lunes, 11 de noviembre de 2013

… Y OTRA VEZ CON LO DE SALADOS

Así se nos pasó el año, repitiendo una y otra vez las mismas palabras “somos una Prom de salados”, inauguración de los juegos (mala suerte), semana cultural (mala suerte), actividades que no se pudieron desarrollar (mala suerte) y tal ha sido la predisposición que ya ni se hace el mínimo esfuerzo de ser participes de las actividades que desarrolla el colegio, pues nuestra presencia traería consigo dificultades, mala suerte, o al menos ese pensamiento prima en la mayoría.

Por qué traigo de nuevo a colisión este tema, en artículos anteriores me preguntaba qué fantasma o presencia mística era la culpable de que las actividades no resultaran como lo planeamos, y sólo ayer, en la famosa fiesta de egresados que se realiza cada año en la institución, entendí porque las actividades en su mayoría, no digo que todas, fracasan o se tornan un tanto aburridoras, no se trataba de brujas ni hechizos, los verdaderos culpables merodeaban por los pasillos de los grados onces, ¿quiénes eran?, los mismos integrantes de nuestra querida promoción.

El viernes, antes de dicho encuentro, un docente tocó las puertas de las aulas de clase del grado once, la invitación era oficial, los estudiantes de la promoción podrían asistir a la ya mencionada actividad e incluso entrarían sin  necesidad de pagar ningún bono, obviamente esto se vería compensado en los gastos de transporte y bebida, si así lo deseaban. El día llegó, los comentarios no eran para nada alentadores, estudiantes que hablaron todo el año de pensar “en colectivo”, decidían no ir porque su grupo selecto de personas, sus amigos, simplemente porque unos pocos no asistían, y rápidamente, esos pocos, se convirtieron en muchos, las excusas no se hicieron esperar “es que no tengo con quien ir” , “es que no hay dinero”, “es que no me dejaron” si bien estas excusas son respetables, confieso que hasta yo las he utilizado, pero hay una disculpa que sí da escalofrío, porque los estudiantes cuales adivinos afirman “yo de poder ir … puedo, pero eso va a estar aburrido” he ahí el problema, en la predisposición que tenemos hacia todo lo que se hace, sí, tal vez no nos ha ido de lo mejor, no ha sido el mejor año  ¿ y qué?, ¿nos dedicaremos a lamentarnos por ello?, preferimos quedarnos en casa que disfrutar un momento agradable con nuestros compañeros, así no vayan los que siempre nos acompañan, es el momento propicio de hablar con los que poco compartimos,  antes que el año culmine y ¿se imaginan lo difícil que será reencontrarnos todos?, la prueba está en que sólo siete personas, seis mujeres y un hombre, de una promoción integrada por 49 estudiantes, asistieron a la fiesta de egresados, que a pesar de los pronósticos de nuestros distinguidos videntes, no fue para nada desastrosa.

Dejémonos de maleficios, de mala suerte, de lamentarnos por lo que no se pudo hacer, y juntos acabemos de una vez por todas a los males que atentan a nuestra promoción, la negatividad, la predisposición, y el más preocupante de todos, la pérdida de la esperanza.


Kateryn Liceth Carrillo López.



lunes, 4 de noviembre de 2013

“AL QUE LE VAN A DAR LE GUARDAN”

¿Mala suerte? Es lo que se escucha en los pasillos de grado once, haciendo referencia a los tantos fallidos intentos por salir a la luz, por hacerse notar, por salir del anonimato,  por gritar “aquí estamos”, sin embargo una fuerza mayor conspira contra nosotros, en unos más que en otros, impidiendo que las actividades se desarrollen acorde a lo planeado o que ni siquiera se lleven a cabo, que los méritos de muchos estudiantes no sean reconocidos o simplemente que al estar a punto de probar la victoria, algo extraordinario suceda y se quede con el sabor agridulce del “gané pero perdí”. ¿Será la Institución? ¿Serán las directivas? ¿Serán los profesores? o  algún extraño maleficio persigue a los integrantes de esta promoción, tal vez sea el fantasma de las promociones pasadas o las malas energías que por esta fecha manejan algunos estudiantes, en su afán de querer hacer, lo que no se hizo en un año, querer hacerlo en dos semanas, sea lo que sea,  no ha traído nada beneficioso para nuestra promoción.

Fuera de brujerías y supersticiones, que no es el tema, mi mente divaga y cuando vuelve a la realidad, aún no comprendo por qué en nuestra institución, estudiantes que hacen una buena  representación ya sea dentro o fuera de la ciudad y no se les exalta en público, tal vez porque no ocuparon un primer puesto,  dos estudiantes  destacados  tienen excelente desempeño académico y sólo se enaltece en público a uno de ellos, un grado gana una tarde recreativa que nunca se llevó a cabo, estudiantes que a punto de ganar un concurso se arriesgan y lo pierden todo, estudiantes que por más méritos que tengan nunca izan el pabellón nacional, aquellos que se sacrifican todo un año y obtienen calificaciones más bajas que los que en último momentos se les presentó el Espíritu Santo, o a los que papá Noel les dio el regalo por adelantado (mientras los justos sólo reciben carbón), los que estudiaron once años en la Institución y por diversos motivos no pueden ser galardonados con la medalla a la perseverancia, los buenos deportistas que por sus bajas notas no pueden  representar al colegio en el encuentro deportivo que se realiza en la ciudad de Bogotá, aquellos que por perder un sólo partido no pueden ser participes de este mismo encuentro o sencillamente aquellos que lo dieron todo por un proyecto que ahora sólo quedo en el olvido y en la memoria de los integrantes de la comunidad educativa.

Escuché decir que “al que le van a dar le guardan” y puede que sea cierto, que a todos estos estudiantes les espere algo mejor, que después de años de sacrificio, paciencia y mucha perseverancia atrapen ese gran pez  del que hablaba  Hemingway en su libro El viejo y el mar y que tanto han buscado, pero hasta este momento no hay de desfallecer, hay que levantarse  y seguir luchando,  pues como se dice popularmente “esto también pasará” y pronto llegará  “nuestro cuarto de hora”.




Kateryn Liceth Carrillo López. 

lunes, 7 de octubre de 2013

 ¿SEMANA DE RECESO?

Viernes 04 de octubre, un raro pero reconfortarte sentimiento de tranquilidad invadía los pasillos de la institución, será que “¿después de la tempestad viene la calma?” o simplemente se aproxima una tormenta, las clases se dieron con normalidad, los estudiantes eran presos del tiempo, de aquel reloj que anhelaban con ansias que marcara la 1:30, sus manecillas corrían sin mucha prisa, una estudiante sacó una libreta, señal de advertencia, la calma se vería perturbada, pensaron los estudiantes al ver la mirada atónita de la estudiante, quien elaboraba una lista, algo interminable, mientras más escribía, más se veía reflejada su preocupación, aquella lista tan temida para algunos, tenía como nombre “los deberes escolares”.

Si bien es cierto, las actividades para el hogar o comúnmente llamadas tareas, refuerzan los conocimientos impartidos en un aula de clase, sin embargo, después de un extenuante periodo escolar, los estudiantes piden a gritos un receso, y obviamente la oportunidad perfecta para ello es la semana de octubre, o como de forma jocosa la suelen llamar “la segunda semana santa”, esta debería ser una semana reconfortante,  de reflexión, el espacio propicio para pasar tiempo con tu familia, practicar algún deporte o simplemente descansar, pero este concepto se ve opacado por una fuerza mayor, por un montón de libros que más parecieran un edificio, por un tumulto de obligaciones, por la necesidad de desarrollarlas a tiempo y por esa extraña y algo molesta sensación de que tienes algo pendiente, eso le arruina el receso escolar a cualquiera.

Queridos docentes, tal vez la intención es buena pero algo errónea, la constante pérdida de clases y el poco tiempo que queda para desarrollar los temas del cuarto periodo, hacen tomar decisiones drásticas, hay que aprovechar al máximo cada espacio y somos conscientes de ello, sin embargo, todo buscando un equilibrio, además la pereza se apodera de nuestros cansados cuerpos, sólo pedimos unos cuantos días para recuperarnos, pero nuestros lamentos no tuvieron escucha, y una vez más debemos trasnochar y madrugar, incluso en esta semana, la semana más esperada por los estudiantes, después de vacaciones de mitad de año, esa misma semana que ahora no es más que una semana ordinaria.

Me extendería sin embargo me siento cansada, se hace tarde y las tareas no se harán por sí solas, ánimo estudiantes nusefistas, que el tiempo pasa con prisa y el año está a punto de culminar, esta es una batalla de la cual saldremos victoriosos, sean fuertes, no desistan, que ya habrán muchas más “semanas de receso escolar”.



Kateryn Liceth Carrillo López

sábado, 21 de septiembre de 2013

EL ANONIMATO

Hace pocos días, observaba como “conmemoraban” los 51 años de nuestra institución, por cuyos corredores han caminado cientos de estudiantes, administrativos y docentes, 51 años de historia, historia que debería ser resaltada, sin embargo, a qué se limitó este día, a una misa, para nada refutable, a un nuevo aporte para el tan prestigioso proyecto MIRS (Manejo Integral de Residuos Sólidos) y una película que para nada encajaba con tal celebración y así pasó la semana cultural, que de cultural tuvo muy poco, por no decir que nada.

Despertó en mí, gran curiosidad o más bien indignación, que nuestra institución se muestre tan generosa con ciertos proyectos, en realidad con uno solo, mientras otras ideas, piden a gritos, ser escuchadas, tal es el caso de la emisora, o por qué no, del tan olvidado proyecto "SINESTESIA" (los sentidos hechos sonidos), por el cual la profesora Luz Amparo Fuentes, sacrificó tardes y noches enteras.   ¿Para qué?, para que cierto día de enero del año 2012, se encontrara con que habían desmantelado aquel pequeño cuarto, en el que junto a un grupo de estudiantes, ya egresados, desde el año 1988 hasta el 2012, formó un proyecto sólido, con gran prestigio, que incluso llegó a trabajar en radio, por un espacio de 10 años aproximadamente en la emisora de la POLINAL y en todos los descansos del colegio; Un proyecto  que además fue visitado por el Premio Compartir al Maestro, este acontecimiento lo relata con gran nostalgia esta docente, quien afirma “recogí mi trasteo y mis elementos tirados en la sala de maestros, escogí un locker y me organicé arriba con mis compañeros, con el dolor más grande del alma, al tener que abandonar un proyecto cultural y social que me costó esfuerzos, dinero, preparación, tiempo y mucha dedicación”

Si bien es cierto, el proyecto MIRS a cargo de la docente Aura Nelly Muñoz, ha traído innumerables reconocimientos a nuestra institución,  no podemos enfocarnos sólo en este, así como SINESTESIA, existen muchos proyectos que viven en el anonimato, que no tienen ningún apoyo por partes de las directivas, claro está, necesitamos estudiantes con conciencia ecológica, pero qué tal si a eso le anexamos estudiantes que sepan expresarse apropiadamente en público, es decir, que manejen un excelente discurso oral ¿acaso no se necesita esta facultad, en cualquier campo laboral o incluso en nuestra vida diaria?

Sin embargo, los estudiantes no somos ajenos a ese vacío, a ese tedio, que nos produce la ausencia de proyectos de este tipo, por ello es que hay a quienes  se les ve por un pasillo con una caja, cuyo letrero cita “fondos para la emisora”, existen estudiantes  que constantemente se capacitan para el buen manejo de la misma, de la misma forma encontramos personas que no se cansan de presentar proyectos que en su mayoría son rechazados o simplemente olvidados por las directivas o  estudiantes que con 200 pesos “apoyan la causa”.

Que este no sea un artículo más que se suma a la larga lista de reclamos sin respuesta frente a esta misma situación, necesitamos más proyectos consistentes  que aporten significativamente a la llamada filosofía “humanista e integral” que promulga nuestra institución,  pues existen cientos de proyectos en cada salón, en cada pasillo de nuestra institución que piden pista para aterrizar y que piden la misma atención. Pero Aún están en la punta del tintero.



Kateryn Liceth Carrillo López.


sábado, 14 de septiembre de 2013

LA SILLA VACÍA




A pocos meses de culminar esta etapa estudiantil, de adentrarnos al misterioso e indescifrable mundo exterior, se escuchan por los pasillos del grado Once, ciertas palabras que resumen un pensamiento en común, un pensamiento lleno de insatisfacción y agotamiento, “ojalá esto termine pronto”, y a qué se refieren cuando dicen “esto”, a la torre de trabajos que en ocasiones por negligencia o por falta de tiempo, se acumulan en nuestros escritorios, a las constantes sátiras que se le escapan a uno que otro maestro sobre lo que será nuestro futuro, a la incertidumbre por nuestros resultados en las pruebas tipo ICFES , al ambiente académico que se torna algo molesto y en ocasiones “aburridor”, en fin, son múltiples factores los que conllevan a que algunos estudiantes (por no decir que todos) en los últimos días estén estresados, pensativos y sobre todo exhaustos.

Desde hace un tiempo atrás, hay algo que ronda mi mente, algo que para muchos es de poca relevancia, sin embargo, es una situación que a mi percepción debería ser estudiada minuciosamente. Como es de saberse un colegio con un método pedagógico aún “cuadriculado”, debe, en cada salón, tener una organización específica para sus estudiantes, una organización “estratégica” para que estos últimos estén atentos a cada explicación, ahí es cuando cada año los directores de grupo comienzan a maniobrar sus fichas, “fulanito y fulanito no pueden quedar juntos porque molestan, entonces que fulanito se siente al lado de fulanita”, o situaciones por ese estilo, por ello es que cuando algún estudiante pregunta “¿cuál es el puesto de fulanito?”, todos, ya prácticamente en coro, responden “en la primera fila el último puesto”, por ello es fácil percibir cuando alguien se ausenta, pues su puesto queda vacío, inmutable e  inservible. Justo eso acontece en un salón del grado once, donde la ausencia de un estudiante rebosó los límites, él podía faltar un, dos y hasta tres días, sin embargo, pasaron dos semanas y su puesto seguía ahí, en la misma posición y en el mismo lugar, algo empolvado por el desuso, por supuesto,  las preguntas y rumores no se hicieron esperar, hasta que un día un compañero se levantó y afirmó, con voz  seria, “él no vuelve, ya retiró papeles”, parecía que ya no era un juego, que la situación era real, que aquel estudiante, algo distraído, simplemente no volvería más, inmediatamente la culpa invadió todo mi cuerpo “¿será que hice lo suficiente para ayudarlo?”, la respuesta a esa pregunta no me favorecía en lo absoluto. No dejaba de pensar “¿por qué irse faltando tan poco tiempo para culminar el año?”  Aún no le encuentro una respuesta concreta a esta pregunta, pero sí pude hacer varias suposiciones.

No es por intentar justificar sus acciones, pero como lo mencionaba al inicio de este artículo el ambiente de preocupación, incertidumbre y estrés, que invade los salones del grado Once, hacen que más de uno salga ahuyentado, asusta a cualquier “novato” y haría llorar al más susceptible,  si a eso le sumamos problemas personales e inconvenientes en el hogar, estamos armando algo parecido a una bomba, que sólo necesita tiempo para explotar, en este caso ¿no sería mejor, simplemente retirarte de la batalla? Aunque no soy partidaria de dejar las cosas inconclusas, ni hacerlas mediocremente, no me atrevo a juzgar tal situación, pues el contexto es distinto, no obstante sí me arriesgo al afirmar “hay muchas más salidas que traen más beneficios que  sólo desistir”  

Que esta situación, sea un llamado de atención no sólo a las directivas sino a los mismos estudiantes, es importante ser un apoyo, brindar ayuda a quien lo necesita, no limitarnos a juzgar y no hacer nada al respecto, porque al ser así seguirán apareciendo más sillas vacías.



Kateryn Liceth Carrillo López.

sábado, 31 de agosto de 2013

EL PEZ PROMEDIO

Imagínate que eres uno de los peces más grandes en una pecera chica en la que has vivido toda tu vida, ahora ¿qué pasaría si te mudaras a una pecera más grande llena de peces enormes y pasas de ser el pez más grande, a simplemente ser un pez promedio? Me imagino que un poco abrumado y confundido, pues son esas mismas sensaciones con las que, no hace más de dos semanas, me encontré en la ciudad de Bucaramanga, al ser seleccionada para asistir a un curso intensivo de pre ICFES, con la  empresa Hélmer Pardo.

Todo empezó con completa normalidad, un grupo garrafal de estudiantes de todo el país me acompañaba, todos con el pensamiento de aprovechar al máximo esa oportunidad con el objetivo de obtener los mejores puntajes en la prueba de estado, que prácticamente nos pisaba los talones. Poco fue el tiempo para intercambiar palabras con los demás, pues rápidamente abrieron las puertas y permitieron el ingreso de cientos de estudiantes, que rápidamente se buscaban en las listas y encontraban su salón.

Pasó la mañana en perfecta calma, atenta a la más mínima palabra que pronunciaban los docentes, sin embargo la tarde sería otra, pues a diferencia de la mañana (que era sólo teoría), la tarde estaba programada para desarrollar simulacros en grupo, afortunadamente (o infortunadamente, no lo sé) no me vi en la obligación de buscar compañeros, pues ya la lista con los grupos y estudiantes que lo conformaban estaban “fríamente calculadas” desde un principio.

La primera prueba no era otra sino matemáticas, me sentía segura, pues a mi percepción “era buena en esta materia”, y comencé a leer la primera pregunta con calma, no la entendía muy bien, no sabía que procedimiento hacer, miré a mis otros tres compañeros, los tres residentes en Bucaramanga y estudiantes de distintos colegios privados de la ciudad, quienes rápidamente en su hoja de procesos resolvían ecuaciones y llegaban a una respuesta acertada y en no más de un minuto. Atónita miraba como resolvían todas las preguntas, sin darme el más mínimo chance de terminar el procedimiento que yo apenas comenzaba, “será distinto en las otras materias” pensaba, tal vez para darme ánimo.

“Terminamos” el examen, y yo sólo había desarrollado de las 25, dos preguntas, lo entregamos a otro grupo para que lo calificara, pronto se escuchaban pronunciar los nombres de cada uno de los grupos con su respectivo puntaje, al escuchar las siguientes palabras quedé fría “Alkalú (como se denominaba mi grupo) 24 respuestas correctas”,  ¡24 respuestas correctas!  Y para mi sorpresa la única que erraron, fue una de las dos preguntas que yo había desarrollado, no sabía que hacer, dónde esconderme para ocultar mi vergüenza, sin embargo, quería resolver mis dudas y había llegado el momento de hacerlo, la docente preguntó “¿tienen alguna duda?” en el momento en el que iba a pronunciar “yo”, un rotundo  “NO” se escuchó en todo aula, palabra que me acobardó, como no me había pasado antes, y simplemente tuve que callar.

“Mañana será otro día”,  y así fue, vinieron otras materias en las que me desenvolvía con gran facilidad, y podía realizar aportes de gran relevancia a mi grupo, por fin me sentía útil, no obstante no podía sacarme de mi mente esa prueba de matemáticas, tampoco podía evitar mirar en los distintos listados, los puntajes por los cuales habían sido seleccionados para el curso intensivo, puntajes de 90, 80 y 70, la mayoría de estudiantes de la costa, hacían que mi puntaje (60) se viera insignificante.

En situaciones como esta, se puede evidenciar la gran diferencia entre la calidad de la educación pública y privada que se presenta en nuestro país, no trato de desmeritar todo aquello que mi colegio a lo largo de estos once años me ha ofrecido, pero sí deseo llevarlo a un plano de comparación, aún sabiendo que las comparaciones son odiosas, para de esta forma mejorar algunas falencias, que como todo, se presentan en nuestra institución.

En primer lugar, los estudiantes de nuestra institución a pocos días de presentar el examen, no habían finalizado la temática requerida para afrontar tal prueba, en ciertas materias, lo que produjo diversas dudas el  pasado 25 de agosto, pues se encontraron, o al menos yo me encontré, con términos y procesos que hasta el momento desconocía. Pero esto no es un problema del docente ni mucho menos de los estudiantes, el inconveniente radica en la constante pérdida de clase a la cual nos vimos sometidos este año, días festivos, salidas temprano, entre otros, fueron las principales causantes de días desperdiciados, cosa que poco se ve en un colegio privado, o al menos eso fue lo que a través de varías conversaciones con mis compañeros, pude concluir.

Por otro lado, la preocupación por las pruebas de estado de algunos docentes llegó tarde, aquellos que pasaron todo el bachillerato enseñando a los estudiantes con la “típica clase magistral”, sin innovar, de repente despertaban y proponían realizar pruebas ICFES, cambiar su metodología, aunque aceptable y respetable, ya era muy tarde, lo que no se hizo en muchos años, no se puede pretender hacerlo en unas cuantas semanas,  aunque vale la pena resaltar que existen docentes, que desde un principio siempre estuvieron interesados en el tema.

Entre otras cosas, ir a Bucaramanga fue darme “un brochazo de realidad”, es darme cuenta que siempre existirá alguien mejor que nosotros, que no somos perfectos, que no podemos “sabérnoslas todas”, que es necesario no sólo enfrascarse en libros sino mirar más allá. Nuestra institución además de prepararnos para las pruebas ICFES, que si bien son decisivas, debería realizar pruebas de actitud vocacional desde grados inferiores, enfatizar en aquello que nos gusta, abrir más modalidades además de la comercial,  cambiar su metodología, pero ante todo debe darnos todas las herramientas, para que a la hora de salir a aquel océano que se hace llamar vida, no seamos simplemente un pez promedio.



Kateryn Liceth Carrillo López.